Puse alguna emoción a las esquinas
de mi tiempo cualquiera, los segundos
de esos que van y vienen, vagabundos,
igual que aves errantes, golondrinas.
Puse alguna emoción por los profundos
laberintos de almas peregrinas,
un respiro viajero a las rutinas
de ambiguo perdedor, de trotamundos.
Y le hice un quiebro al tiempo, pirueta,
le puse al calendario una careta
y al pasado un adiós definitivo;
me grité con más fuerza que estoy vivo
y olvidados dejé en la cuneta
el miedo y la cadena de cautivo.
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